Estas albóndigas son similares a todas las demás pero hay tres detalles que para mi las convierten en algo diferente: (i) no llevan ajo en la masa de carne, eso hace que los demás sabores se perciban con más nitidez. (ii) llevan Jerez en vez del vino blanco habitual y (iii) además de cebolla llevan puerro y esto se nota en el sabor de la salsa una barbaridad.
Me gustan las albóndigas en cualquier versión, pero esta recetita se merece un aparte. Se pueden acompañar de patatas fritas (mmmmmm) o de arroz blanco y naturalmente con un pan importante, que la salsa se merece un homenaje.
Ingredientes 6 personas:
1 kg de carne picada de ternera
150 g de pan duro
3 huevos
Medio vaso de leche
Sal y pimienta negra recién molida
Aceite de oliva virgen
1 cebolla mediana
1 puerro mediano
100 ml de Jerez seco
Tomillo u orégano
1 cucharadita de semillas de mostaza
1 pizca de bicarbonato sódico
Preparación:
En un cuenco grande batimos los huevos, añadimos el pan duro remojado en leche, la carne, sal y pimienta. Amasamos y dejamos reposar en la nevera mínimo media horita
Formamos las albóndigas y las colocamos en una fuente de horno cubierta con papel de horno o una lámina de silicona. Conectamos el gratinador del horno y cuando está caliente llevamos las albóndigas a la parte alta del horno, 10 minutos por cada lado y listo.
También podemos freírlas pero al horno tendrán menos grasa. Mientras se gratinan las albóndigas picamos la cebolla y el puerro muy pequeños y los sofreímos en una cocotte de hierro con el fondo cubierto de aceite de oliva y tapada, a fuego medio, a los cinco minutos añadimos una pizca de bicarbonato sódico para que se caramelice rápidamente.
Una vez listo el sofrito añadimos la mostaza, las hierbas, las albóndigas ya gratinadas, el jugo que hayan soltado y el vino. Dejamos cinco minutos y añadimos agua hasta cubrir las albóndigas, tapamos y cocemos a fuego medio durante 45 minutos.
Mejor dejarlas reposar unas horas antes de comer, aún más rico al día siguiente.