Los huevos revueltos son una de esas comidas que, dependiendo cómo se hagan, pueden ser una maravilla o un absoluto desastre.
Normalmente tienen fama de ser una comida de lo más normalita, de esa que te haces cuando no sabes cocinar casi nada o cuando no tienes ni tiempo ni ganas de ponerte especialito en los fogones. Sin embargo, una vez que has probado unos buenos huevos revueltos y has visto la diferencia, ya no hay vuelta atrás.
Aquí os explicaremos nuestra versión básica de los huevos revueltos, además de un montón de ideas para llevarlos al siguiente nivel y convertirlos en una delicia.
¡Música!
El huevo revuelto perfecto
Para un huevo revuelto fácil, sin complicaciones y capaz de enamorar solo se necesitan 5 cosas:
- Huevos (idealmente 4-6)
- Aceite
- Sal en escamas
- Sartén cerámica o de piedra
- Espátula de silicona
El procedimiento es sencillo. Primero, se calienta la sartén con el aceite a fuego medio hasta que se tibie. En ese punto echamos los huevos y dejamos un minuto de cortesía para que el huevo en contacto con la sartén se cuaje ligeramente. A partir de ahí, vamos removiendo suavemente con la espátula cada minuto o minuto y medio, teniendo cuidado de despegar todo el huevo que esté en contacto con la sartén para renovar la capa que se está cocinando y no se haga demasiado.
Hay que tener cuidado de no remover, ni demasiado a menudo ni demasiado de vez en cuando. El secreto está en encontrar el equilibrio justo para que los huevos queden cremosos, con pequeños trozos un poco más cuajados que le den esa textura, entre untuosa y firme, que tanto nos gusta. Si nos pasamos de remover se volverá papilla y si lo dejamos hacerse demasiado tiempo, se quedarán trozos demasiado secos.
Para saber que los huevos están listos, habrá que fijarse en la textura de las zonas más líquidas. Cuando dejen de tener consistencia de clara cruda, será el momento de sacarlos. En ese momento, simplemente ponlos en un plato mono, espolvorea unas pocas escamas de sal y prepárate para disfrutar de una vida un poquito más linda.
Mejorando la perfección
Los huevos tienen una propiedad fascinante, y es que tienen un sabor que marida con casi casi todo. Por supuesto que los huevos revueltos no son una excepción, lo que nos abre un abanico de posibilidades inmenso a la hora de innovar. Por ejemplo…
- Añadir una cucharadita de ajo en polvo mientras se cocinan les da un punto muy «de casa».
- Ponerles picante (guindilla, chile, pimienta cayena, pimienta negra…) les da un toque muy gamberro.
- Cocinarlos con ricotta o requesón los convierten en una bomba de cremosidad sin parangón.
- Si los quieres todavía más cremosos, prueba a cocinarlos con el doble de yemas que de claras. Sorprendente.
- Otro clásico de la cremosidad es añadir nata o leche para un punto muy de diner americano.
- Sustituir el aceite por mantequilla dará como resultado unos huevos más consistentes y con un sabor más animal.
- Elige tus especias con cuidado. Dependiendo de qué añadas a tus huevos revueltos, puedes conseguir sabores de todo el mundo sin salir de tu casa y sin cambiar de comida. Prueba albahaca con tomate seco, lima con chile u orégano con limón y cuéntanos qué tal los paisajes que evoca.
- Darle un punto dulce y crujiente con uvas pasas y algún fruto seco puede darle alguna que otra (agradable) sorpresa a tus invitados.
- Por supuesto, añade chicha a la mezcla. Bacon, atún, jamón, morcilla, espinacas, cebolla, trigueros, gambas, gulas… ¡imaginación al poder!
¡El desayuno de los campeones!
¿Quién dijo que los huevos revueltos eran aburridos? La próxima vez que no sepas qué desayunar y tengas tiempo, date un capricho e innova. ¡Los huevos revueltos de siempre con un sabor como nunca!
¿Tienes alguna idea que nos hayamos dejado? ¿Alguna duda? ¿Sugerencias? Pues nos vemos en los comentarios 😉
¡Pasa buen día!
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