Todo foodie, cocinillas o enfermo de la cocina como nosotros llega a un momento del desarrollo de su adicción en que decide que ya es hora de ‘salir del armario’ y regalarse o dejarse regalar ese oscuro objeto del deseo. Algunos la llaman ‘la niña’, otros, ‘mi pequeña’, aunque todas son lo mismo: una amasadora doméstica.
Estos artefactos constan, en su versión básica, de un cuenco de acero con asa, un base muy pesada con un brazo articulado y un cabezal donde se insertan los diferentes accesorios. Normalmente son tres:
- El gancho amasador para masas de panadería
- El batidor plano para mezclas de mantequilla o masas de repostería
- Las varillas para montar nata o claras de huevo.
Sobre esta versión básica se añaden infinidad de accesorios, cortadores, licuadoras, heladoras, picadoras, máquinas de pasta y no se sabe qué más, no me extrañaría que acabaran incluyendo un rizador de pelo.
Y la gran pregunta que nos hacemos es «¿cuál me compro?», aunque la pregunta debería ser «¿cuál necesito?»
La más venerada sin duda es la Kitchenaid y habitante de cada cocina americana, pero compite duramente con las Kenwood, ganadoras en el mercado europeo y cuyo diseño y prestaciones son similares.

La culpa, la decisión y el desengaño
¿Sabes estas veces en las que te quieres comprar algo, pero te da cosica porque es una tontería, pero aún así te lo quieres comprar?
Yo estuve primero seis meses intentando justificar ante mi lado racional la necesidad y otros seis decidiendo cual compraría. Al final, llegué a conclusiones preocupantes sobre mi salud mental, volví a empezar, concluí que el modelo más básico ya superaba mis necesidades y decidí que nunca compraría ninguna. Así que hice yoga, control mental, meditación, peregrinaciones, y ayunos variados… hasta que me topé con un modelo rosa; o dos.

Justo esas navidades iba a NY (sí queridos) y supe que había una tienda en Brooklyn donde vendían la KA con voltaje europeo a precio americano. Así que peregriné por tan maravillosa ciudad combinando turismo y adicción… hasta que descubrí que habían cerrado la tienda europea.
Williams-Sonoma me atraía con su canto de sirena, aunque al final desistí ante las miradas de preocupación de mi esposo y mi vástago.
La esperanza
Volví a Madrid, volví a decidir que no necesitaba tan infernal aparato, seguí meditando, disimulé, leí a Murakami, reflexioné sobre el sentido de la vida y por fin, recibí un correo de Amazon anunciando la Kenwood kmix en oferta 60% de descuento. ¡Es un mensaje divino, me la compro!.

Si volviera a hacerlo
Aunque en toda decisión de compra el impulso es fundamental, dado que hablamos de una inversión para mucho tiempo y de importe respetable, (a partir de 180 € y hasta donde queramos pensar), conviene racionalizar nuestra decisión a través de una comparación de características y precios.
Mi salud mental no hubiese peligrado si en su momento hubiese descubierto una web como delicista.es, sobre una base de más de 40 amasadoras y con un comparador a medida supone una ayuda insustituible en el análisis.

Tienen además un blog con recetas y noticias interesantes y otros comparadores de artefactos de cocina. Una imagen impecable y una redacción que se agradece.
Bienvenidas estas iniciativas para poner orden en la oferta y en los espíritus atormentados del buscador de amasadoras.
La verdad es que, al final, cojas la que cojas, te va a encantar con la condición de que la uses. Es uno de los cacharros más útiles de mi cocina y uno de los más agradecidos. Lo uso casi a diario para mis aventuras panaderas, reposteras y maseras en general sin que mis pobres brazos se resientan (que una tiene ya una edad).
Lo dicho, si os animáis no os arrepentiréis 🙂
Es verdad también que se puede vivir perfectamente sin ellas y que la felicidad está en la espera. Mi recomendación es, compradla o dejad que os la regalen sólo después de haberla deseado durante mucho tiempo, sólo después de haberla soñado, de haber imaginado todas las recetas que podríais hacer con ella, después de haber decidido dónde la vais a instalar y sobre todo nunca, nunca, nunca renunciéis a un viaje por comprar un objeto. Viajar es construir recuerdos maravillosos y recordar es parte de la felicidad.
¡Disfrutad!
[…] que me puede. Batir a mano es una opción, si vamos a hornear a menudo merece la pena tener una amasadora, para elegir mira […]