Siguiendo con las crónicas de la carne picada y como excusa para seguir masterizando la técnica de la albóndiga, el otro día buscando la inspiración culinaria nos dimos de bruces con la evidencia cinéfila y nos vino a la cabeza esa tierna y atemporal escena de los protagonistas de la Dama y el Vagabundo comiendo espaguetis de aquella manera. Echando la vista atrás desde el pedestal de la conciencia adolescente que me acompañará hasta la tumba, pienso en lo extraño de la circunstancia, en lo atípico de la situación. Porque no me negaréis que normal normal no era.
Dos perros van a un restaurante italiano donde el dueño, que dice conocer a uno de ellos, sin dudarlo un momento les sienta en una mesa aderezada con velas (¡¡con velas!!) y les calza un platazo de espagueti con albóndigas digno de un señor marqués. Ante esto, los dos canes empiezan a comer tan felicianos y mientras van satisfaciendo a sus respectivos estómagos aparece el susodicho dueño armado con un acordeón y flanqueado por su fiel pinche, armado a su vez con una bandurria, y comienzan a cantar animadamente para crear ambiente. Un ambiente que desemboca en el inocentón choque de morros que todos tenemos grabado en nuestras calenturientas cabezas y al cual siempre hemos pensado en recurrir cuando comemos espaguetis acompañados de una hermosa mujer.
¿O no?
Bueno, el caso es que decidimos hacer los espaguetis.
Ingredientes (para 4):
-500 g de carne picada
-Ajo
-Perejil
-Comino
-Orégano
-1 huevo
-Sal
-Pimienta
-1 cebolla
-1 bote grande de tomate triturado
-Azúcar
Preparación:
En fin, lo primero es lo primero, y eso es recibir a nuestros invitados y hacer que se sientan bien. Sacamos un mortero y preparamos un ungüento a base de ajo, perejil fresco y comino bien disgregadito.
Cuando esté bien untuoso, añadimos huevo y sal, mezclamos bien, masajeamos el troncho de carne picada con susodicha maravilla y dejamos reposar en la nevera un par de horitas para que tome conciencia de lo maravillosa que es su vida.
Cuando llegue el momento, cogemos bolitas, harinamos y pasamos por la sarten a fuego fuerte para dejarlas tostaditas por fuera y tiernecitas por dentro.
Reservamos sobre papel de cocina para que se vayan escurriendo un poco (tampoco es plan de hacerlo muy overkill). Ahora viene lo interesante.
En la misma sartén y aprovechando los restos de fritura animal pochamos la cebolla a fuego medio hasta que coja transparencia.
Esto le dará a la salsa un saborcillo que hastaluegolucasdondevascontantaclase indescriptible y que nuestras papilas gustativas agradecerán dando palmas haciendo el pinopuente. Luego añadimos el tomate, orégano, sal, azúcar y dejamos media hora a fuego medio.
Llegados a este punto, añadimos las albóndigas, removemos ligeramente y dejamos otros 10 minutos para que cojan confianza. Apagamos el fuego y apartamos. Magic just happened.
Creo que no tengo que deciros cómo cocer pasta. Sólo tened el buen gusto de dejarla al dente y disfrutad.
Bon apetit!