Si habéis venido esperando una comparativa de los mejores cafés del mundo… bueno, creo que eso no es exactamente lo que os vais a encontrar. Sería maravilloso poder viajar a las cimas más altas y los valles más ocultos, recolectar las preciadas bayas con mis propias manos, tostarlas y molerlas. Sería maravilloso coger ese néctar, ese aroma en su más pura esencia e infusionarlo con agua de los manantiales más puros hervida a fuego con maderas de sarmiento.
Y una vez allí, fundirme con su sabor, dejar que su esencia se empape de mí y yo de ella y ver todo el Universo en un sorbo de amargura, en un sorbo de poder, de vida, de magia… En un sorbo de café.
Peeeeeero no. Hace poco empecé en un trabajo en el que me dan café gratis, y con la sobredosis de cafeína que llevo normalmente, aparte de abrir otro blog, no he podido parar de pensar en cosas. En cosas como el café mismo… ¿Cuántos me bebo al día? ¿Cuál me gusta más? ¿Qué pienso cuando bebo café? ¿Qué pienso cuando no bebo café?
La respuesta a esa última es sencilla: nada. Así que vamos a dar un paseo por los cafés de mi vida. ¿Venís?
Café de la máquina
Precio: Gratis
Consistencia: Aguado
Espuma: Falsa
Sabor: Agua de fregar
Efecto laxante: Excelente
Efecto estimulante: Medio – bajo
Sensaciones: ¡Puaj! Menos mal que es gratis…
Este brebaje (si es que se merece semejante apelativo) es mi mejor amigo de las 9 y 11 de la mañana, las 2 de la tarde, y ocasionalmente, las 5-6. Sale de la máquina tan caliente que normalmente me entretengo fundiendo el palitroque de plástico que te dan para removerlo y haciendo arte moderno.
Es un salvavidas fantástico para noches de insomnio, marrones interminables en el trabajo y dietas demasiado bajas en fibra. Además… ¡qué coño, es gratis!
Café «del caro»
Precio: 43 c
Consistencia: Correcta, si te lo tiran bien
Espuma: Efímera
Sabor: Café de verdad
Efecto laxante: Medio
Efecto estimulante: Medio-alto
Sensaciones: ¿De verdad podemos tomar café que no sepa a pis de rata en el trabajo? ¡Toma!
Este café está bueno. Solo es apto para días de mucha necesidad cafeínica, días en los que te sientes generoso y días en los que la hora del café te pilla cerca de la cafetería buena. En comparación con la mierda de la máquina, este chiquitín te da un subidón cuasianfetamínico digno de ser experimentado.
Buen capricho para días en los que te encuentras 50 c en el suelo.
Café Nespresso
Precio: 35 c
Consistencia: Buena, si sabes cortar el agua a tiempo
Espuma: Espesa
Sabor: Bueno. A nespresso
Efecto laxante: Medio
Efecto estimulante: Medio-alto
Sensaciones: Pues sí que han afranquiciado bien el café, sí…
Tomarse un Nespresso es como ir al McDonalds, en el sentido de que sabes perfectamente a lo que vas. Siempre sabe igual que la vez anterior (menos esta mañana. Justo antes habían hecho una infusión y mi café tenía regustillo a manzanilla. ¡Puajjjj!). En ese sentido está bien, pero como todo lo maravilloso de esta vida es espontáneo pues…
Café Ya Estamos En Casita
Precio: Trazas
Consistencia: Excelente. Tenemos el agua medida justo a nuestro gusto
Espuma: Esponjosa y mullida
Sabor: Delicioso
Efecto laxante: Medio-bajo
Efecto estimulante: Alto
Sensaciones: Mmmmmmm… ¡Ya estamos en casitammmm!
El café de casa. ¿Qué más puedo decir?
Todos tenemos nuestro «café de casa». Este es nuestro café, el que nos gusta; el que llevamos puliendo mañana a mañana desde hace ni se sabe. Ese que lo probamos y decimos «sabe a casa».
Cuando empecé a tomar café, este era solo, muy largo (porque me pensaba que llevaba más cafeína, tontorrón de mí) y cargadísimo de azúcar. Sabía a noches de 4 o 5 horas de sueño, a levantarme a las 5 para estudiar, a la primera vez que dormir no era una opción.
Este evolucionó al café con leche, y de ahí, a los cortados con leche fría. Llegados a un punto tomaba tanto café que la leche que le ponía hasta empezó a tener presencia en el cómputo diario de comida. Entonces pasé a los cafés solos. Y, después de viajar a Italia, a los cafés solos muy muy cortitos.
Cuando me fui de casa, el café de mi nuevo hogar era uno de cafetera italiana, muy cargado y muy prensado. Según el día podías casi masticarlo. Además, dejaba las tazas manchadas de su espesura y de algunas todavía no se ha ido el poso. Con este he dicho de las mejores tonterías de mi vida.
Ahora que he vuelto a echar el vuelo, cuando pienso en café, el café que me viene a la mente es el de Casamami. Café recién molido, de cafetera express y siempre de la longitud justa porque la tenemos programada así. ¡Anda que no nos tomamos cafés hasta que dimos con la cantidad buena de agua! Ese café que me ha empujado a tantas mañanas de gimnasio, a tantas partylocas, a tantas clases de universidad. Ese café que sabe a tantos años que siempre será mi café.
Para los que os hayáis sentido identificados con esto, enhorabuena, porque sabéis estar como en casa en cualquier parte que hagáis café. A los que no, os animo encarecidamente a que salgáis a la caza del vuestro. Y a los que no sois de café… bueno, siempre podemos irnos de cañas.
¡Sed muy felices!
[…] café es el rey de la cafeína; la canela, la reina de los […]