Una buena merluza de pincho da lo mejor de sí misma preparada al horno en su punto y a la bilbaína, con su refrito de ajo y guindilla y nada más.
Le ponemos unas patatitas para recoger esos sabores fantásticos que de otra manera quedarían en la placa de horno.
En casita es una fiesta comer un pescado así, si el pescado no es extraordinario mejor optar por otras preparaciones, la bilbaína es una preparación para pescados de primera.
Y como cerca de Bilbo veranea mi Celiaca favorita, un adelanto de su próxima canción 😉
Ingredientes 6 personas:
1 merluza de pincho de 2,5 kg
6 dientes de ajo morado
1 guindilla pequeña
Aceite de oliva virgen extra
Sal
600 gr de patatas
Preparación:
Pedimos al pescadero que saque los lomos de la merluza, quitando la cabeza y la espina y dejando la piel.
Calentamos el horno a 220ºC calor arriba y abajo.
Lavamos y pelamos las patatas, las partimos con una mandolina o con un cuchillo afilado en láminas muy finas.
Sobre la placa o fuente de horno engrasada distribuimos las láminas de patata, salamos y echamos un chorrito de aceite de oliva. Con las manos removemos para que el aceite se mezcle perfectamente. Extendemos y llevamos al horno a media altura durante 20 minutos.
En este tiempo las patatas estarán prácticamente listas.
Sacamos la placa del horno y agrupamos las patatas en dos bloques dejando espacio para la merluza en el centro, para que esté en contacto con la placa.
Disponemos los dos lomos de merluza con la piel hacia abajo, salamos y llevamos al horno, a media altura de nuevo durante 20-25 minutos.
Si te apasiona el limón se puede exprimir medio limón sobre la merluza pero si es buena materia prima de verdad que es una pena cambiarle el sabor.
Mientras tanto preparamos la bilbaína, pelamos los dientes de ajo y los partimos en laminitas muy finas.
En una sartén pequeña (la nuestra es ideal) ponemos 40 ml de aceite de oliva virgen extra, añadimos las láminas de ajo en frío y la guindilla deshecha (podemos poner toda la guindilla que queramos, va en gustos el nivel de picante).
Ponemos a fuego medio suave y dejamos hasta que las láminas de ajo tengan un tono café con leche y están tiesas, no deben quemarse pero tampoco quedarse blancas o blandas. Es mejor hacerlo despacio que deprisa, tenemos tiempo mientras nuestra merluza se transforma en un manjar gracias al calor del horno.
¿A que la mini sartén es una monada?
Una vez acabado el tiempo de horno sacamos la placa con nuestro asado y repartimos por encima los trocitos de ajo y guindilla, regamos con el aceite y servimos inmediatamente.
Como habitualmente se toma de segundo plato en casita solemos meter la merluza al horno cuando empezamos con los entrantes o la ensalada, al mismo tiempo dejamos la sartén a fuego mínimo y mientras nos ponemos a tono el milagro se produce.
Merece la pena tomarlo recién hecho, servimos el pescado con patatas y un chorrito de jugo.
Es insuperable.