Me apetecen costillas de cerdo. Ala, ya lo he dicho. Es que de verdad, adoro las costillas de cerdo al horno. Son maravillosas, deliciosas, y tienen un algo… Esa textura, ese crujir, ese sabor, ese chisporroteo mientras se tuestan bajo el calorífico poder de las resistencias del horno; ese salivar anticipativo, esos mordiscos impacientes, ese rechupetear del hueso carente de pudor… Solo hay un problema: no tengo costillas de cerdo.
Pues nada, con solomillos, que también son de cerdo. Y country japonés, que es casi tan apócrifo como esta receta. ¡Música maestro!
Ingredientes (para 4):
- 2 solomillos de cerdo
- Salsa barbacoa
- Sal
Esto es muy fácil. Lo primero, la noche antes se rocían los solomillos con sal y se dejan hasta el día siguiente sudando como gorrinos (porque es lo que son, gorrinos… o bueno, lo que eran…). Al día siguiente, antes de cocinar, se untan generosamente con salsa barbacoa (la nuestra era con miel, y estaba de buena…) y se dejan reposando media horita para que se difunda bien por las capas superficiales del puerco.
Para terminar los colocamos en una bandeja con 250 cc de agua y los metemos en el horno, función grill con ventilador. Programamos a 180º hasta que el interior de los solomillos están a 75º, y si no tenemos sonda térmica… pues unos 40′ así a ojo para dos solomillos medianos. No hay que olvidarse de rociar los tronchos de carne con la salsa de vez en cuando para que no resequen.
Y poco más. Cortar, servir, acompañar y disfrutar.
¡Buen paladeo!