Esta sopa viene directamente de McLeod Ganj en India, residencia oficial del Dalai Lama en el exilio y lugar de acogida para refugiados tibetanos, donde se preparan para encontrar una nueva vida en algún otro lugar, estudiando y adquiriendo competencias que les ayudarán a desenvolverse en sus nuevos hogares.
No tienen casi nada pero siempre sonríen y dan las gracias por los dones concedidos.
La cocina tibetana es sencilla, sana, y básicamente vegetariana. La vida en McLeod es dura pero digna, y con el frío en invierno una sopita entra de maravilla.
¡Tashi Delek!
Donde sonaron los Beatles, algunas décadas después.
Ingredientes 8 personas: (gr=gramos, ml=mililitros)
250 gr de zanahorias
250 gr de col
250 gr de nabos
100 gr de pimiento verde
300 gr de espinacas
1 cebolla mediana
2 dientes de ajo
1 trozo de jengibre o jengibre en polvo
150 ml de salsa de soja Kikoman
50 ml de aceite (allí usan colza pero aquí podemos usar aceite de oliva o girasol)
Preparación:
Esta sopa se puede hacer con cualquier verdura que tengamos, hay que combinar raíces y hojas, el sofrito es lo único que no varía, sus características diferenciales son el jengibre y la salsa de soja.
Pelamos las zanahorias y los nabos y rallamos con un rallador grueso, lavamos y picamos la col, el pimiento y las espinacas. Reservamos.
Pelamos y picamos la cebolla, el ajo y el jengibre, rehogamos en el aceite bien caliente durante 5 minutos, sin dejar de remover.
Añadimos 2 litros de agua, cuando hierve añadimos las verduras reservadas y cocemos durante diez minutos, la zanahoria debe quedar al dente. Añadimos la salsa de soja y servimos calentito.
Es una sopa muy reconfortante, y si imaginamos las cumbres nevadas de los Himalayas sabe aún mejor.