Las carrilleras vivieron su momento dorado hace unos cinco años con presencia en cada carta de cada restaurante y en cada expositor de cada carnicería. Ya no están de moda pero están igualmente buenas y siguen siendo apuesta segura, tan suaves, tan tiernas y tan melosas además de fáciles de guisar. La virtud que no poseen es la fotogenia pero no se puede tener todo en esta vida… o eso he oído…
Con pan para mojar en su salsa o con puré de patatas o con unas patatas fritas o con arroz blanco, se llevan bien con todo.
¡Querrás morir por ellas!