La primavera se llevó a mi perrita y con ella parece que se me fue la fuerza, ayer a la vuelta del camino de Santiago me asomé por el blog y me di cuenta que en todo el mes de julio yo no había publicado nada. Menos mal que los braciole de Cobritas evitaron un mes en blanco.
Ahora vacaciones y voy a intentar recuperar el tiempo perdido, recuperar el tempo y el gusto por el tiempo lento, los momentos pequeños, los momentos de inadvertida felicidad como dice Piccolo.
Ayer vuelta a casa como digo, Madrid era un horno, mi nevera un desierto con verduras medio mustias y lo de siempre en el congelador pero nada que no se pudiera transformar con un poco de magia y esta preciosidad:
Es un Wok de hierro fundido, autoregalo hace ya tres años que nunca decepciona, cualquier cosa en trocitos salteada en él se eleva, se transforma, en un ratito una comida super rica y ligerita. Tras la sobredosis gastronómica de Galicia ahora se impone una temporadita de perfil bajo.